Desde la llegada de Colón a América en 1492, la presencia del aborigen (no indio a no confundir) en su propia tierra ha sido, para la mayoría de los gobernantes y ``bienpensantes´´ - Sarmiento- una gran molestia, un ``tumor´´ que había que extirpar.
Ya durante el gobierno de Martín Rodríguez, se llevaron campañas para expandir el territorio de los ``civilizados´´. Mas adelante, Juan Manuel de Rosas firmaba tratados con algunas tribus, para que luego Balcarce pidiera un préstamo de un millón y medio de pesos para emprender dicha campaña aunque sin éxito.
Mas acá en el tiempo asumió Nicolas Avellaneda con su ministro de Guerra Adolfo Alsina, quien firmó un tratado con el pueblo indígena para poblar el Sur pero sin matanza. Fiel a su palabra, los ataco unos meses después, además crear zanjas y trincheras. Sin embargo, sus medidas fueron por lo general defensivas a los malones.
Tras la muerte de Alsina, Julio Argentino Roca asume el cargo, pero, a diferencia de su antecesor, creía en la total exterminación aborígen. Para validar la matanza, en 1878 sancionaron la ley No 947, que destinaba 1.700.000 pesos para llevar la fronteras hasta Rio Negro, Neuquén y Agrio, aunque el fue mas allá de ellas todavía.
El saldo fue de 14.000 a 90.000 nativos muertos en la primer campaña y 55.000 en la segunda. Por si fuese poco, atacaron tolderías de mujeres a niños, a quienes robaban y vendían como caramelos. Los hombres eran capturados y trasladados a la Isla Martín García donde morían de hambre así como también los separaban de sus familias y les cambiaban los apellidos para terminar con la historia familiar.Tanto Mitre, quien los creía una gran potencia y consideraba necesario que la ``civilización conquiste el territorio para aniquilar salvajes´´, como Sarmiento, quien con alguno de sus tratados obligaba a caciques a declararse ``súbdito de los argentinos y a no reconocer a otros caciques como autoridad´´ siguieron sometiendo a los pueblos originarios casi a su desaparición.
Tal como dicen, la historia es cíclica y se repite una y otra vez más allá del escenario y la época y hasta resulta increíble que alguna de estas menciones históricas, hoy, año 2011, sigan existiendo.
El pasado 23 de noviembre de 2010, mientras todos mirábamos de reojo algún lugar para vacacionar, los aborígenes realizaban una protesta en la Ruta Nacional No 86 de Formosa por la restitución de sus tierras cuando fueron cobardemente reprimidos por la policía provincial.
Las consecuencias del brutal acto dejo como saldo 2 muertos (Mario y Roberto Lopez, de las comunidades QOM NAVOGOH Y PILAGA respectivamente) 35 detenidos y otros tantos heridos. Además de la quema de sus casas y matanza de sus animales.
Conociendo las reglas del juego y sabiendo que de protestar nuevamente allí nadie iba escucharlos, un grupo de diferentes etnias nativas decidió venir hacia Buenos Aires y acampar en la 9 de Julio, en busca de un oído – o miles- que escuchen sus reclamos.
Para darle asiduo al reclamo, un grupo de 8 hombres decidió tomar una medida drástica: Hacer una huelga de hambre hasta que alguien los reciba, solo están a base de Gatorade. El resto, permanece en campaña constante y de apoyo.
Lo que realmente preocupa es la falta de difusión, de compañía y de solidaridad que existe en este reclamo. Los escritores del Diario Pirulin decidimos pegarnos una vuelta y hablar con ellos, a los que nos encontramos con una amabilidad y coherencia asombrosa.
También, quedamos sorprendidos por algunos insultos racistas (``vuelvan a la selva´´ gritaba un corajudo automovilista mientras cerraba rápidamente su ventanilla) de algunos xenófobos inadaptados.
¿Se imaginan que sería si aquí en Capital, la protesta seria de un grupo de viejas adineradas recoletenses porque alguien quemo sus casas y arruino una de sus –tantas- fuentes de ingresos? Probablemente, los vecinos de Mauricio mostrarían total repudio y solidaridad, además de que los medios harían un show al estilo Gran Hermano.
Si bien la parte positiva es que según nos contaron recibieron visitas de políticos, actores y gente del espectáculo, el reclamo aun no alcanza la masividad necesaria. Mientras ellos mueren de hambre.
Por eso, y porque creemos justa y necesaria la medida adherimos a la medida. Lejos de cualquier ideología o preferencia política, el reclamo de nuestros pueblos originarios por sus tierras y porque alguna vez en la historia nacional se le respeten sus derechos, no lleva banderas.
Fuentes:
http://www.monografias.com/trabajos6/inga/inga.shtml
http://www.elhistoriador.com.ar/articulos/republica_liberal/conquista_del_desierto.php
http://www.portalplanetasedna.com.ar/campana6.htm
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